“De una función que no puede escribirse”
Clase a Cargo de Viviana Mozzi (Miembro de la AMP y de la EOL. Profesora adjunta de Psicoanálisis Freud I-UBA-Titular Dr. Osvaldo Delgado)
Viviana trabajó en su clase el capítulo 6 del seminario 18 de Lacan; para lo cual se sirvió de un marco a los fines de poder desarrollarlo.
Los textos en los que se apoyó fueron:
-En principio, “Lituraterre”, que es un texto contemporáneo de Lacan de este seminario y una conferencia de Eric Laurent que se llama “La carta robada y el vuelo sobre la letra”, donde hace toda una homofonía en francés con carta-letra y robada-vuelo. Esta conferencia está en el libro “Síntoma y Nominación” (Eric Laurent) y también se encuentra en el curso de Miller “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”, en un capítulo que se llama “El camino del psicoanalista o el tao del psicoanalista”.
El interrogante que nos trae Viviana, que atraviesa todo este seminario es: “¿Cuáles son las condiciones para que un discurso pudiese afectar el goce y su litoral a partir del significante? De este modo, están planteados dos campos heterogéneos: cómo hacer que un efecto de sentido toque algo del campo de goce.
En este seminario, nos dice Vivian que el movimiento que está intentando hacer Lacan es ir más allá de la metáfora y la metonimia para poder situar esa relación entre lo real y el sentido; y por otro lado se está desprendiendo de la filosofía clásica griega sostenida en el ser, para situar los efectos de significación y el lugar del goce que solo se va a poder distinguir a partir de la escritura y por eso, es que se introduce en la escritura china.
Lacan en este seminario, desde los primeros capítulos se sumerge en la escritura china. De esta manera, nos invita a “desfamiliarizarnos” de lo familiar, salirnos de la comprensión y además dice Lacan en la página 52 de este seminario “la escritura china esclarece acerca de cuál es la función de la escritura”.
Para este punto, Viviana tomó algunas cuestiones de Francoise Cheng (intelectual, escritor, calígrafo, que nació en China, pero vivió en Francia y fue muy cercano a Lacan, en los años ´70). Es quien introduce a Lacan en la poesía oriental y en el pensamiento chino.
El texto que toma de él, es “La escritura poética china” y “La carta robada” de Edgar Allan Poe. Este cuento, es con el que Lacan comienza el capítulo 6 y pone de manifiesto las dificultades en cuanto a la traducción, más que traducir como robada, deberíamos hablar de suspendida. Lacan lee el cuento de Edgar Allan Poe desde sus tiempos lógicos: 1. Instante de ver, 2. Tiempo de comprender y 3. Momento de concluir. De la “Carta Robada” Lacan pone el acento en “souffrance” (carta detenida, en suspenso) y toma el equívoco de souffrance, que es sufrimiento. Por lo tanto, es sufrimiento y en suspenso, pero Lacan dice que “toda carta llega a destino”.
En la conferencia citada de Eric Laurent, él propone la articulación de dos escrituras y lo enlaza con dos apólogos. Por un lado, la escritura occidental, alfabética para la que toma el apólogo de la “Carta Robada” y la escritura oriental con idiogramas para lo cual va a tomar el apólogo del atravesamiento sobre Siberia, cuando Lacan regresaba de Oriente, a partir del cual escribe “Lituraterre”.
En relación con el primero, esa carta-letra tiene un efecto de feminización en quien la posee. Este efecto feminizante de la carta-letra, está en relación a la posición de la reina, quien era la destinataria de la carta. Es la feminización inducida por la carta, un efecto de significación que no da cuenta de su posición de goce porque en lugar de goce surge enigma, un agujero en el sentido “qué quiere la mujer”.
El segundo apólogo, surge de la visión de Siberia cuando Lacan regresaba de Japón. Ve sólo agua, río, huellas, que no es lo mismo que signo (el ejemplo típico de signo sería ver humo, alguien seguramente está fumando o hay un incendio o alguien hizo una fogata). Hay humanidad en el signo, en la huella no, es pura huella que opera y ni siquiera señala algo preexistente, humano. Ahí se instala va a decir él, lo que acá llama Demansión y toma para poder dar cuenta del apólogo de Siberia, la escritura china. Lee Siberia como un ideograma.
Francoise Cheng lo que va a hacer es transmitirle a Lacan la noción de vacío en el pensamiento oriental. El vacío no es algo vago o inexistente, sino que es un elemento dinámico y activo. Los occidentales suponemos que el vacío es la nada.
La noción de vacío oriental incluye una escritura cuya única certeza es que incluye el no-todo. A partir del vacío del pensamiento chino, Lacan comienza a pensar la función de la escritura. Una corriente del pensamiento chino es el taoísmo que es la primera que toma Lacan.
Lo que hace el pensamiento oriental es acoger el ser por el lado del vacío, de hecho, no existe el verbo ser en chino, lo que cumple la función del verbo ser es un tao bajo el modo del vacío.
Entonces la idea de vacío se encuentra en el centro del pensamiento chino. Es un vacío que no cambia, es fijo y sin embargo es vivificante. Cheng dice que, en los ideogramas, el ritmo y el tono son los que le van a dar el sentido. El tono, aunque el sonido sea el mismo, es el que define el sentido.
Para los poetas entonces, sólo ese lugar movido por el vacío es capaz de generar la palabra, en lo que circula lo vital y por consiguiente sólo él es capaz de transcribir lo indecible. Cheng trabaja que hay algo de intraducible, lo intraducible es aquello que la letra no logró transcribir, pero sobre todo aquello que la letra le añadió a la lengua. Lo que define el sentido no está propiamente en el campo lingüístico. El sentido queda marcado por el tono que excede lo lingüístico. Ahí también se puede ubicar lo que más tarde Lacan dice que, lo que se añade a la lengua en tanto escritura viene de otra parte que del significante.
El último punto que ella trabaja en la clase, es la souffrance, es esa palabra particular que tiene que ver con suspendido y sufrimiento. En el capítulo 2 de este seminario Lacan dice en un momento que cuando surge el deseo del otro, que uno podría decir “qué me quiere”. Uno quiere contestar inmediatamente, uno responde con su síntoma, con su fantasma. Sin embargo, para que un análisis comience hay que dejar esa pregunta en suspenso (souffrance) y de esta manera es que va a decantar hacia el final desde otra dimensión (con todo el juego de la palabra “dimensión-demansión”).
Entonces, hay lo que queda en suspenso, hay lo indecible, hasta que algo se escriba para poder ser leído de otro modo.
“La carta robada” o la carta en souffrance, detenida (la letra en souffrance) está todo el tiempo a la vista, por eso él lo articula con los momentos lógicos. Está a la vista y es padecida por los personajes de distinta manera. Pero tiene que seguir un trayecto para llegar a destino
Se podría decir así, el analizante transfiere a la persona del analista esa carta-letra en suspenso que lo habita desde siempre y esa carta-letra está a la espera de poder volver al sujeto mismo. Ese mensaje no es del otro, es del propio sujeto.
Para finalizar, Viviana nos dice que la letra en souffrance es finalmente el recorrido de un análisis para que esa letra vuelva después al sujeto para escribirse de otro modo.
La práctica del análisis lo que enseña es que lo que se anuda de otro modo para cada uno al final de la experiencia es algo que quedó en suspenso desde el comienzo, ya sea en el análisis o en la vida y que cobra otra dimensión al final con todas las homofonías de esa dimensión (demansión).
Gimena Garibotti – CID San Luis