X Jornadas Regionales del IOM2 Nuevo Cuyo “Clínica bajo transferencia”, 22 y 23 de octubre de 2021
a-muros – X Jornadas Regionales “Clínica Bajo Transferencia”
a-muro 1 – Una modesta proposición – Jorge Ricardo Rodríguez (Responsable local del CID San Luis)
Menudo tema el de la transferencia. Al menos en nuestra época. Los tiempos pretéritos y al parecer enterrados de los “picos de oro” se acompasan de la constatación actual de la multiplicación de disorders a eliminar, o de “síntomas sin inconsciente”1. La transferencia parece no solo desfallecer en la última enseñanza de Lacan…
Sobre este punto quiero detenerme y relanzar una propuesta, para no sumarme al coro de los nostálgicos o de los impotentes, voces que muchas veces se confunden.
Si el inconsciente puede asegurarse un lugar en nuestro mundo, dependerá –como bien lo advirtió Lacan en su Seminario 11- de la presencia del analista.
Para que esa presencia exista, cuestión que no damos por asegurada, habría que ubicarla en otras coordenadas que no fueran la de los oropeles de la autoridad que confiere el SsS.
En “Una declinación femenina de la autoridad”2 M. Focchi nos comparte, leyendo los fenómenos de la autoridad, una versión posible de la presencia del analista hoy: se trata de quien “hace lugar”.
Agrego a esa lectura otra, extraída del campo de la literatura. Jerzy Kosinski en 1970 publicó una breve novela titulada “Desde el jardín”. Quizás muchos pudieron disfrutar su adaptación al cine y ver en la pantalla a Peters Sellers componiendo a su protagonista: Chance Gardiner. Si nos adentramos en la historia, podemos ver el destino de la transferencia en su estatuto salvaje y como ella hace política (Freud nos advirtió que nos servimos de un instrumento que se encuentra también por fuera del dispositivo analítico).
Mas quiero detenerme solo en el titulo original de la novela, que en inglés es: “Being there”.
Cierro mi propuesta. La presencia del analista, condición sine qua non para que la transferencia que nos importa advenga, supone hoy un “hacer lugar, y también un “estar ahí”.
Nos encontramos en breve.
1– Focchi, M. Síntomas sin inconsciente en una época sin deseo. Tres Haches.
2.- Focchi, M. Una declinación femenina de la autoridad. En El orden simbólico en el siglo XXI. Grama.
a-muro 2 – Del amor a la poética. Ivana Villalobos – Delegación IOM2. La Rioja
La transferencia es una experiencia amorosa. Es una experiencia amorosa de donde se extrae un saber. Uno no sale de lo mismo después de haber transitado dicha experiencia. Me arriesgo a decir que los analistas son especialistas en posibilitar que se diga lo que no funciona, y acompañar al analizante a que extraiga un saber que le permita un saber con eso que no anda. A quien se ama se le habla. El amor es una experiencia de palabra. Se habla en la lengua propia. La lengua del amor es la que más nos conecta a nuestras primeras experiencias de ser hablados por el otro. El amor en la transferencia tiene una función clínica: “El amor en su función clínica es de algún modo una demanda de significante en el lugar de la realidad del objeto. Con más precisión puede aún decirse que es una demanda al significante de la falta” (Miller, Donc; pp253).
El trabajo que cada analizante realiza con su propia novela de vida, con la que llamamos novela edípica neurótica, es poder ceñirla a un poema del no hay más para contar, del no hay. Cuando ya no hay nada más que hablar se ha agotado en un análisis el sentido de lo dicho. Me tomo de la exhortación que nos hace Laurent, cito: “Seamos también románticos. El romanticismo era la búsqueda de significantes nuevos. La lengua inglesa lleva las huellas donde la novela se dice novel, ¡nuevo ¡(…) es la poética, lo real en juego a través de las líneas de la historia del síntoma. (llamemos a esto “hacer la poética” de la exigencia del síntoma” (Laurent E, Poética pulsional. Enigmas del cuerpo, pág. 10). Agrego, hacer poética en cada análisis con cada analizante, cada vez.
a-muro 4 – Guardián del vacío. Patricia Rojo López. CID San Luis
“Modela la arcilla en una forma de un vaso, en el vacío interior está su utilidad” Lao Tse.
Así como, el oficio de la alfarería nos enseña que la vasija es creada a partir de una materia puesta a rodear un vacío central que es su interior; de forma similar ubico cierta resonancia respecto a esa marca del objeto perdido –que constituye la huella de una separación para siempre entre el significante y el goce- como eso que da forma al vacío, de igual modo que la lógica artesanal citada al inicio.
Gracias a Lacan, hemos aprendido a leer el tratamiento que diferentes discursos hacen de éste. Por ejemplo, para el arte, su quehacer es un modo de organización alrededor de un vacío; por otro lado, la religión busca evitarlo de diferentes modos, aunque este permanezca en su centro; y finalmente para la ciencia existe un rechazo a éste, apuntando siempre a un ideal de saber absoluto. Punto exacerbado ya que vivimos en una época en la que la ciencia y la técnica justificándose en la actualización insaciable, genera una gran demanda y construye un sinfín de objetos buscando calmar dicho vacío, en un intento desesperado y por suerte fallido, de hacerlo desaparecer.
Sin embargo, existe un lugar de resistencia, allí se correlaciona con el método de la interpretación en tanto permite la posibilidad de resonancia de la palabra plena en un fondo vacío. Un discurso donde la estructura paradojal del vacío es lo que obstaculiza y al mismo tiempo causa el decir y la verdad.
En pocas palabras, es a través del camino de la experiencia de un análisis donde ha de construirse un borde ante la presencia angustiante del par a-cosa con el cual cada uno debe arreglárselas, no hay sino un tratamiento bajo trasferencia y con un analista: “guardián del vació”
a-muro 5 – (a)nudar. Paz Escudero Ferdinand – CID San Luis
Ante la experiencia de que el Otro
no existe, surge la angustia,
angustia que toca al cuerpo
y parece constatar la pérdida
de referentes… que durante mucho tiempo guiaron y marcaron el camino a seguir.
Es necesario hacer camino al andar, inventando a cada paso
una respuesta posible,
un hacer con lo que se presenta
contingentemente, inédito…
Cada vez la experiencia será única,
no sin dejar marcas,
que servirán de nueva trama,
para bordar un entramado que alojará,
lo singular de cada Uno.
a-muro 6 – Luciana Bordas – CID San juan.
“El sujeto puede consentir a ampliar la condición de amor, una condición que es muy estrecha. Creo que cuando Lacan habla de invención, se entiende la diferencia entre un sujeto sometido a su condición de amor y un sujeto que supuestamente ya no está sometido a ella, de tal manera que tiene una posibilidad de invención en este campo que no tenía antes. Es decir, pasa de la necesidad a la contingencia. Para decirlo sin emplear la palabra deseo, pero apuntando a un deseo decidido, he utilizado la palabra voluntad. Una voluntad de amor”. Jaques Alain MILLER (Operación analítica, operación femenina)
Las palabras de Miller me recuerdan cuán importante puede resultar el análisis, experiencia de amor distinta a todas, para propiciar la llave de una transformación inédita en el amor.
Salir del sometimiento a la condición de amor para ingresar en una otra invención.
¿En qué consiste esa llamada voluntad de amor?
a-muro 7 – Agustín Sebastián – CID San Juan.
El título de las X Jornadas Regionales del IOM2 Nuevo Cuyo “Clínica Bajo Transferencia”. Me evocó algunas lecturas e interrogantes.
Lacan dijo “Al comienzo está la transferencia”, al principio está el amor, la presencia, un ¡aquí estoy!, una escucha, signos de amor. Ahora bien, La presencia, convoca a su opuesto, la ausencia, como lo podemos leer en el primer relato del pase de Carlos Rossi, quien se refiere a la posición de su analista como, “Un Fort-Da, algunas veces angustiante”.
La práctica analítica, se sostiene en la implicación del analista en cada cura, su función, incluye la transferencia por momentos cercana a la sugestión, por momentos demasiado, distante o prudente, como lo destaca Guy Briole: “Queda aún la dificultad mayor de hallar el camino intermedio que mantenga al analizante a distancia tanto de la erotomanía como del vaciamiento de todo afecto. La paradoja es que este “camino intermedio” no se encuentra sin un acto que la contingencia haga posible”.
¿Qué hay más allá de esos signos de amor? Pregunta que me recordó un párrafo del curso de J-A. Miller, “Donc” Mientras que el amor depende de los signos del Otro, el deseo está enganchado, estimulado por algo desapegado del Otro. Con la causa del deseo, el sujeto ya no queda sujeto al Otro. A este respecto, el deseo es una relativa emancipación respecto de los signos de amor.
a-muro 8 – Ana Sol Sikic – CID Mendoza
Con motivo del día del psicólogo circulaba por redes, como otras veces, una frase freudiana que dice «La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”. Luego de leerla me dirijo a estas jornadas del IOM2 Nuevo Cuyo con la pregunta de si es necesario que el analista emita unas pocas palabras para que sea eficaz el tratamiento o si es la transferencia misma que soporta la eficacia, más allá de los semblantes que vista de bondad, maldad, trauma, adivino, etc… Y entonces ¿Qué es la eficacia de un análisis?
a-muro 9 – Juan Manuel Eulogio – CID San Luis
Tal vez no sea más que una contingencia -o una pura contingencia- la del encuentro de un sujeto con un analista. Digo contingencia porque se trata allí de lo que puede ser y lo que no, lo incalculable, lo impredecible, lo que hay allí de real. De ella es posible que salgan a la luz los reparos, los arreglos, los desarreglos, los repliegues del saber o los agujeros que hay en cada verdad subjetiva.
Eso sí, no se trata sólo de la puesta en forma del síntoma de quien solicita un análisis, sino también, de la puesta al día del deseo de bordear el agujero del saber, el del propio analista, decidido a tratar el goce por la palabra hasta llegar al hueso del asunto, o justamente, para no arrimar el hocico al hueso! Hay síntoma porque hay la presencia del analista.
Bajo transferencia entonces el síntoma, su carne, su hueso, el analista y la clínica, que de ello se desprende: un genuino acto de amor, que hace las veces de un amor “al lugar del vacío” y otras, de un amor real, que -como diría Charly- “es como dormir y estar despierto!”.