“La angustia en la segunda enseñanza de Lacan”. IOM CID San Luis. Seminario clínico Anual. 7ma.a Clase general, a cargo de Ana Rosa Concaro (Miembro de la EOL y la AMP). 14 de octubre de 2022.
Ana Rosa Concaro nos propone tomar la enseñanza de Lacan en bloque, porque no pierde su incidencia en la conceptualización. Nos indica que el tema de la angustia de acuerdo al momento de la enseñanza de Lacan tiene distintas conceptualizaciones y para centrar el desarrollo de la clase, ubicó su trabajo entre el Seminario 8 “La transferencia”, más precisamente el Capítulo XXV “La angustia en su relación con el deseo” y el Seminario 10 titulado “La Angustia”.
Comenzó el recorrido, refiriendo a Freud en “Proyecto de una psicología para neurólogos.” Nos señala que, en ese texto, Freud se refiere muy tempranamente a la situación de desamparo. Lo llama inermidad, desvalimiento del recién nacido en tanto es incapaz de llevar una acción que haga cesar el estímulo interno. ¿El estímulo cuál es? El hambre, la sed, que le aparecen como sensaciones. De ahí la idea que Lacan desarrolla del cuerpo fragmentado porque aparecen justamente por sensaciones.
Para que el bebé acceda a la vida hace falta la acción de un Otro significativo que ponga de alguna manera fin a esas sensaciones internas de hambre, de sed. Pero este aumento de tensión proveniente del interior del organismo, es sentido en el niño con gran insatisfacción, es lo que Freud llama pulsión, es vivida como un peligro pulsional interno. El sujeto no puede dar respuesta, no sabe qué hacer con eso, y Freud ubica ahí la situación traumática. Digamos que se trata de la pulsión, de una tensión, fuerza creciente y constante que el sujeto no tiene ni como, ni con que responder. Tomando una frase de Lacan en el Seminario 11 “El sujeto es acéfalo de la pulsión”.
Nos señala que el sujeto no está ahí, si hubiera algo con que responder ya no sería traumática. Si el sujeto cuenta con que responder estaríamos en el orden de lo fantasmático o de lo sintomático. El síntoma y el fantasma son respuestas con las que cuenta el sujeto para velar eso que irrumpe desde lo más interno. Uno podría decir que detrás de la angustia esta la pulsión, en la medida que quiere satisfacerse sin tregua y cuando entra en contradicción con el principio de placer, genera angustia. Lacan dice “La angustia es señal de lo real” es decir índice de La Cosa, Das Ding.
A esa fórmula “La angustia es señal de lo real” le prevalece otra fórmula de Lacan “La angustia es el signo provocado del deseo del Otro”. Al principio del Seminario 10 Lacan, toma un apólogo, el de la mantis religiosa, para decirnos que la mantis genera angustia porque es enigmática, el sujeto no sabe si va encontrar en él, el objeto que busca, pudiendo ser devorado por la mantis.
Siguiendo esta línea, la docente ubicó la dimensión del Otro como condición para que haya angustia. Justamente la angustia se produce ante el desamparo del yo, porque la demanda del Otro deja en desamparo al sujeto. Entonces para que esta situación de desamparo se produzca y se genere la angustia, es preciso que se produzcan dos condiciones.
-La primera condición: Que la falta surja de una forma positiva, esto quiere decir que en el lugar donde debería aparecer una falta aparezca un objeto. O sea que falte la falta. Eso es la positivización de la falta y eso es generador de angustia. En el campo visual, a nivel de lo escópico, aparece un objeto que no debería aparecer y eso genera angustia.
-La segunda condición: Que esa falta de la falta se produzca en el nivel de la demanda, como efecto de la demanda y eso genera angustia.
Frente a la falta del Otro, frente al Otro deseante, el sujeto responde con el fantasma, en el fantasma el sujeto está en el lugar de a, de goce. El sujeto se hace objeto para taponar la falta en el Otro. Y confunde el deseo del Otro, con la demanda del Otro en tanto que nada quiere saber de la falta del Otro. Se le hace insoportable al sujeto encontrarse con la falta del Otro, encontrase con un Otro deseante. ¿Qué hace ahí? Retrocede y opta por la demanda del Otro. Esto tiene consecuencias en el sujeto porque se trata de retroceder al advenimiento de su propio deseo, se ubica y responde como objeto ante la demanda y esto lo deja a merced de la angustia.
En el fantasma el sujeto vela la castración, vela el deseo del Otro que le es insoportable, quedando del lado de la mortificación, si puede atravesar el fantasma queda del lado del deseo.
Entonces por un lado tenemos la angustia como obstáculo respecto del objeto. Pero también la angustia permite que surja un sujeto de deseo, atravesar eso, permite que surja el sujeto del deseo, sujeto barrado, castrado.
La docente señaló también que en el Seminario 8 Lacan despliega el deseo fascinado por el objeto agalmático. Inspirado en lo que Alcibíades encuentra en Sócrates, Lacan explica la prevalencia del objeto a al que se apunta, el objeto agalmático, el objeto parcial, el deseo en el régimen del amor, el objeto cuyo paradigma es el falo, el Phi mayúscula, objeto fascinado y erigido en un espejismo. Es donde se apoya el esquema óptico. Mientras que en Seminario 10 Lacan plantea el objeto a como esa parte que se recorta del cuerpo. Como objeto causa que no es un objeto fascinante agalmático. Es un objeto palea, resto, que queda de la alienación significante, pedazo de carne.
Finalmente, Ana Rosa, nos remitió a la pregunta “¿En qué debe consistir la versagung del análisis?” (pág.410) ¿La negativa, la renuncia del análisis? Siguiendo el texto nos señaló… “¿No es esto, que el analista le rehúsa al sujeto su angustia, la suya, del analista y deja desnudo el lugar donde es llamado como otro para dar la señal de angustia?” En referencia a ese párrafo, Lacan sostiene que el analista está en el lugar del Gran Otro, hay un llamado del sujeto a ese Otro, el analista se priva de responder ahí. Debe rehusarse de responder ahí. Rehúsa su propia angustia. Le cabe al analista no responder como deseante ni como deseado. Si el analista responde como deseando estaría en el nivel de la demanda. Sería un pedigüeño.
El deseo del analista no es un deseo puro. El deseo del analista es separar en el sujeto, los significantes amos del a.
Agradecemos a Ana Rosa la clara y precisa transmisión de su enseñanza.
Reseña. Patricia Lucero. – CID San Luis