SCA 5ta Clase gral «El velo y el objeto» a cargo de Roberto Bertholet. (AP de la EOL y la AMP)
Roberto Bertholet nos presentó “La función del velo” titulada como la clase IX del Seminario IV de Lacan “La relación de objeto” (1956-1957) con el que nos hemos puesto al trabajo este año en el Cid San Luis.
Con un estilo minucioso y entusiasta nos brindó una clase orientadora para la lectura, retomando los interrogantes que Lacan se fue haciendo en relación al tema, rescatando los debates con quienes polemiza en ese momento y compartiéndonos diferentes referencias teóricas.
Inicia presentándonos una introducción con claves para la lectura, incluyendo el contexto en que Lacan dictó el seminario, resaltando la posición clínica, epistémica y política que mantuvo a esa altura de su enseñanza y que se deja entrever con su lectura atenta.
Es un seminario donde se encuentran frecuentes referencias a situaciones clínicas tanto propias como ajenas.
Roberto resalta la importancia que tuvo en el momento del dictado del seminario la referencia permanente que Lacan hace a la obra de Freud. Nos dice que se trata de una posición política ya que Lacan pone de manifiesto su transferencia con Freud, mostrándose deudor de su enseñanza, en una época en la que se minimizaba el descubrimiento freudiano más importante, con los concomitantes desvíos que ello producía, principalmente en la clínica.
Lacan inicia el seminario cuestionando la noción de relación directa entre sujeto y objeto que circulaba en ese entonces, para Lacan no hay tal relación, no habiendo entonces acceso directo al objeto.
Bertholet hace hincapié en cómo la noción criticada por Lacan resulta insostenible en el marco del psicoanálisis, lo cual es posible advertir ya en la lectura de Freud -en tanto- entre la realidad percibida y la respuesta del sujeto se ubica el inconsciente.
Según la perspectiva freudiana, retomada por Lacan, el objeto siempre está en función del inconsciente. Las consecuencias clínicas de ello es que la respuesta o el modo en que vive algo el sujeto está en función de la significación que le imprime a lo vivido.
En el seminario IV Lacan introduce una dimensión nueva del objeto. Hasta ese momento ubicaba todo lo relativo al objeto (relación libidinal, tensiones, amores, odios) en el eje imaginario a-a´ (esquema Lambda) y al significante en el eje simbólico, dándole primacía a este último. En este seminario, ya desde la primera clase, cambia esa perspectiva e introduce una nueva dimensión del objeto, al que comienza a pensarlo en función de la falta.
De ese modo, en la clase IX presenta el esquema en el que incluye: el sujeto; el velo, el objeto, y en el más allá del objeto, la nada. Lacan complejiza de ese modo su punto de vista anterior. Este esquema, nos indica Bertholet, tiene un enorme valor para pensar situaciones clínicas.
A partir de interrogantes surgidos en la clase, el docente, nos advierte que a esta altura de la enseñanza lacaniana la referencia a lo <<real>> alude a la realidad. Realidad que se presenta por fuera del aparato psíquico. No se trata, empero, de cualquier realidad sino de aquella que impacta al sujeto, que lo conmueve y en algún punto resulta traumática para él.
Lo real, más adelante, no va a ser eso, Lacan deja de ligarlo a estímulos externos y comienza a pensarlo como algo que encontramos en el mismo trabajo del aparato psíquico, ampliando el concepto de real. Esto permitiría que el analizante pueda hacerse responsable de qué real le concierne como causa de aquello de lo que sufre y no como alguna circunstancia de su vida.
En ese sentido Roberto nos sugiere estar atentos a lo particular de cómo el sujeto vivió determinado evento que cuenta como realidad. “Nunca la respuesta va a estar justificada por la situación que relata”, no es atribuible o deducible del hecho, sino que pone el foco en cómo el sujeto lo vivió, restándole obviedad a la respuesta del sujeto.
Bertholet fue enriqueciendo la clase con diversas referencias teóricas, tanto del seminario en cuestión como lecturas complementarias al mismo.
Al estilo Rayuela de Cortázar nos invitó a la lectura previa de párrafos ubicados en distintas partes del Seminario IV guiándonos en una lectura lógica no cronológica del texto:
Pág.32– Pág.416– Pág.22– Pág.269
En la clase del 21 noviembre de 1956 Lacan introduce una noción funcional del objeto “de una naturaleza muy distinta que la de un puro y simple correlato del sujeto”. En ese sentido Bertholet nos comparte los siguientes interrogantes: ¿Qué función cumple el objeto? ¿para quién? ¿qué le hago hacer? ¿Qué papel le hago jugar al objeto?
Por su parte, J-A Miller introduce, en el curso del año 1997/1998, la noción de partenaire síntoma según la cual, el partenaire es un síntoma del sujeto.
Al respecto Bertholet expresa que el análisis apunta al mayor grado de responsabilidad al que se puede llegar, en tanto, la causa del malestar ya no se encuentra en el Otro, ya no se es víctima del Otro, sino que al objeto se lo hace funcionar de determinada manera, al servicio del inconsciente.
El objeto tiene ahora un papel muy distinto: se sitúa sobre un fondo de angustia, angustia de castración. En clases posteriores ubica a la castración del lado del Otro y con eso se las tiene que ver el niño, con la castración materna y con la propia.
El 3 de abril de 1957 Lacan se dispone a conservar el relieve y la articulación freudiana en lo concerniente a la relación de objeto y su propuesta de hacerle lugar a dos dimensiones todavía enigmáticas: complejo de castración y madre fálica.
En la clase del 28 de noviembre de 1956 Lacan se pregunta “¿es real el objeto o no lo es? lo que se encuentra en lo real ¿es el objeto?”. El docente resalta la importancia de estos interrogantes, nos transmite que la elaboración epistémica de los mismos tiene consecuencias en la dirección de la cura.
Bertholet menciona cuatro materiales de J-A Miller que aportan una interesante lectura del seminario IV:
-“La lógica del análisis”, Conferencia en Belo Horizonte, Brasil.
-Conferencias porteñas “La lógica de la cura” (1987)
-“La naturaleza de los semblantes” (1991/1992)
-”Donc” (1994)
Al principio de la clase IX en “La función del velo”, Lacan se refiere al fetiche y al fetichismo como un problema. Roberto rescata la definición de “problema” según la cual éste se refiere a una cuestión que se trata de aclarar. A partir de esa concepción resignifica la lectura de ese punto y lo capta como una propuesta de Lacan a que el tema del fetiche sea aclarado.
J-A Miller, abocado al trabajo de lectura del seminario IV, señala que en la pág. 459 del mismo se ubica la cuestión clave respecto del objeto: la castración. Ello libera al objeto del dominio del narcisismo, considerando como punto arquimédico del seminario el vínculo del objeto con la castración. Ello implica que el falo sea el objeto imaginario del deseo como primera conexión con la castración, el falo como objeto imaginario esencial.
En un segundo lugar el falo tendría que existir como falta, el falo de la madre. Ello se asienta en la idea freudiana, según la cual, la amenaza de castración sólo es efectiva en el niño cuando éste descubre la castración materna, ahí recién se arma el complejo de castración; mientras que, en la niña, al descubrir esa falta en la madre, se produce la entrada al Edipo, saliendo de la ligazón madre preedípica.
En tercer lugar, concluye Miller, el falo del que hablamos es el femenino.
En relación a eso Bertholet rescata la fórmula de Lacan presentada en Brasil pág. 437.
Sn ♢ Sf (-φ)
(Sujeto niño; losange; sujeto femenino -su madre como mujer- en relación a la falta fálica que la habita).
Esta fórmula es presentada como un intento de escribir la compleja relación del niño con el deseo de la madre. El docente nos indica que es relevante pensar cómo se las arregla el niño con ese deseo materno.
Desde esa perspectiva muchos de los síntomas que se observan en la clínica actual con niños son un modo de mostrarle a la madre que no está dispuesto/a a ser el falo de ella. Esa es la lógica del seminario IV.
J-A Miller se pregunta “¿Cómo percibe el niño que la madre tiene un interés particular por el falo?”
Lacan, retomando a Freud, sostiene que en la falta de pene en la madre se revela la naturaleza del falo. J-A Miller resalta la importancia de esa indicación. El falo en juego es el de la madre, lo cual se acompaña de la mención de la fobia y el fetichismo. Esa es, nos dice Bertholet, la secuencia lógica del seminario: la muralla en la fobia y el velo en el fetichismo.
En el fetichismo, se trata de la respuesta subjetiva de ese sujeto infantil ante la castración; ese encuentro con la falta fálica en la madre produjo una marca traumática a la que respondió con la construcción del fetiche. El fetichismo, entonces, ya sea el fetiche neurótico o la perversión fetichista, es consecuencia de ese trauma.
Para introducir el tema del velo, Lacan, en el punto dos de la clase IX, va a decir que el fetiche es un símbolo.
En ese sentido, expresa el docente, en psicoanálisis hablamos de falo como lo que se le atribuye a éste como símbolo y no -como suele leerse desde algunos discursos feministas- del valor de tener el pene.
En “La organización genital infantil» de 1923, Freud, destaca que el falo del que se trata no es el del hombre porque tiene sino el de la madre, que no tiene. Allí el docente retoma la idea lacaniana según la cual, se trata, del valor que toma para una mujer su deseo en relación con la vida por el hecho de estar habitada por la castración, a diferencia del varón que tiene que vérselas con las complicaciones que le trae la sobrevaloración narcisista del tener fálico.
Bertholet, parafraseando lo dicho por Lacan (pág.157 del S.IV), refiere:
“al estar presente el velo, la cortina lo que se encuentra más allá como falta, en la lógica de sujeto, objeto, velo y más allá (la nada) nada de lo que el objeto pueda dar es aquello que el objeto lo habita, o lo que se busca en el campo del amor”.
Resulta importante reconocer ese más allá que tiene que ver con la nada, con la castración. Se trata de la falta que habita en el aparato psíquico, no en el objeto de la realidad.
Sobre el final de la clase, Bertholet recurre a un interrogante lacaniano surgido de la investigación sobre el problema del fetichismo, aclarando que no se reduce sólo al fetichismo, sino que sería de utilidad para pensar las vicisitudes de la relación del sujeto con el objeto:
“¿Por qué el velo le es al hombre más precioso que la realidad? ¿Por qué el dominio de esta relación ilusoria se convierte en un constituyente esencial, necesario de su relación con el objeto?” (p.160).
Reseña Mónica Domínguez – Aylen Silvage (CID San Luis)