IOM CID San Luis. Seminario clínico Anual. 3da Clase general, a cargo de Eva Mallea (Coordinadora del CID San Luis) y Norma Sierra (Miembro de la EOL y AMP, participante del CID San Luis). 13 de mayo de 2022.
CAPITULO XII a cargo de Eva Mallea
La docente comienza la clase ubicando un párrafo de la página 207 del Seminario La Transferencia para dar cuenta del nombre que escogieron para esta clase. Es allí en donde Lacan expresa “el resorte del nacimiento del amor”, en relación al deseo como deseo del Otro. Esto abre interrogantes no sólo sobre el deseo del analista, también acerca de la constitución del sujeto en tanto se da a partir del encuentro con ese Gran Otro y su deseo. A partir de la página 197, comienza a desarrollar algunos puntos sobre la Transferencia considerando la constitución subjetiva. Destaca en especial un párrafo alusivo a dicha constitución, que dice que la misma se da a partir de la cadena significante inconsciente, en donde el deseo se presenta sobre la base de la metonimia. Por su parte es el objeto lo que se presenta como algo que permite la detención de ese desplazamiento metonímico infinito. Eva destaca que es mediante la conceptualización de la constitución subjetiva que se puede hacer una aproximación de la Transferencia, y a su vez, es mediante la Transferencia que se puede ubicar algo del sujeto.
Toma del libro La Transferencia Negativa (Miller) el concepto de Transferencia: el otro tiene algo que a uno le interesa y que hace despertar justamente por eso todo tipo de sentimientos como amor, odio, envidia, etc. En el amor, se trata de querer conseguir ese objeto que detenta el Otro. Así, se diferencia, por un lado, el amor y el odio que alojan el ágalma en el Otro y por el otro lado, el desprecio.
Una característica de este objeto agalmático, ubicado por Lacan como objeto del fantasma fundamental, es el hecho de que al mismo tiempo que lo fija y esclaviza, lo determina como sujeto dándole su consistencia y particularidad.
Todo el problema consiste en darse cuenta de la relación que vincula al Otro a quien se dirige la demanda de amor, a la aparición del deseo. El Otro ya no es nuestro igual, el Otro del amor, sino algo que es de la naturaleza del objeto. De lo que se trata en el deseo es de un objeto, no de un sujeto. Es un objeto ante el cual desfallecemos, vacilamos, desaparecemos como sujeto.
Por su parte, el objeto a diferencia del Otro, es sobrevalorado y en la medida en que sucede esto, salva la dignidad de sujeto al permitir hacer de nosotros algo distinto, de un sujeto sometido a la cadena significante. Es decir que este objeto que al mismo tiempo lo fija, le da la dignidad como sujeto al particularizar su deseo. Este deseo se manifiesta en la medida en que no sabemos, porque se trata siempre del deseo del Otro. Dice Eva que esto se ve reflejado en la experiencia analítica porque el analista no sabe lo que el analizante desea, pero algo puede saber en relación a qué es el deseo.
La diferencia de la Transferencia dentro de un análisis con otras formas de transferencias en la vida, consiste en que el analista en su posición, estará advertido de la vía imaginaria de la transferencia, aquella de los sentimientos que puede experimentar hacia sus analizantes. Y advertido, es como se hará cómplice del deseo de sus analizantes.
CAPITULO XIII a cargo de Norma Sierra
Comienza su desarrollo leyendo referencias de Freud: “Nuevos caminos de la Terapia Psicoanalítica”, “Dos artículos de Enciclopedia”, “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, en ellos se puede ubicar el accionar del analista por fuera de la perspectiva educativa en tanto ella responde a los ideales y creencias del sujeto como maestro. La ambición pedagógica es tan inadecuada como la terapéutica.
La docente marca que el capítulo XIII: “Crítica de la Contratransferencia”, comienza con la pregunta de Lacan sobre la posición del sujeto en el análisis, que no es más que la formulación respecto a la pregunta por su deseo en términos de ¿Qué es lo que quiere? Interrogante que se le dirige al Otro ya que el deseo es deseo del Otro. La posición del sujeto en el análisis es formular la pregunta por su deseo bajo Transferencia. Con esto Lacan introduce el problema de la Contratransferencia, diciendo que los analistas al pensar la Transferencia, se refieren en realidad a la Contratransferencia ya que se preguntan por la Transferencia desde el punto de vista del analista.
Teniendo en cuenta esto, la primera idea que surge de la Contratransferencia, es considerarla como un fenómeno que surge en el analista a partir de lo que, de su inconsciente, no fue suficientemente analizado. Es decir, que la contratransferencia sería un obstáculo para el trabajo analítico. Es por esto que en algunas Instituciones se plantea el análisis didáctico (IPA), como posibilidad de un análisis en su totalidad, para evitar que los aspectos inconscientes no analizados del analista manchen las curas que dirigen.
Una segunda idea, es entender la contratransferencia a partir de la comunicación de los inconscientes. De ser esto posible, el analista podría estar informado de lo que ocurre en el inconsciente de su analizante. ¿Cómo concebir esta comunicación de los inconscientes? Habría entonces un reservorio de inconsciente. Este reservorio, que quedaría luego de analizado el inconsciente, podría ser usado por el analista como un instrumento. Si admitimos esto, habría que elucidar el punto de pasaje en el que este inconsciente- reserva, es adquirido. No queda dilucidado qué hacer con la contratransferencia con estos desarrollos.
Una tercera idea, es la referida a los sentimientos positivos o negativos que el analista puede tener de sus pacientes. Frente a esto se propone como solución, la vía de la apatía estoica:
la exigencia de permanecer insensible a cualquier poder que el otro pudiera tener sobre él. Mientras más analizado un analista, más probabilidad de despertar en él diversos sentimientos respecto de sus analizantes, al prescindir de sus deseos neuróticos. La apatía analítica no tendría que ver entonces en sus orígenes, con un análisis acabado.
Frente a la lógica de estos desarrollos postfreudianos, Lacan responde con el concepto deseo del analista. El analista debería estar poseído por un deseo más fuerte (deseo del analista) que aquellos deseos neuróticos de los que pudiera tratarse en la relación con otro. El analizado no queda exceptuado de los movimientos del amor-odio que conlleva siempre la relación con otro.
En esta dirección, Freud propone el principio de abstinencia analítica, la atención flotante, la neutralidad analítica. Lacan retoma estos desarrollos al ubicar la transformación que debe operarse en el deseo para que alguien pueda pasar de analizante a analista, conceptualizando el deseo del analista. Si hay apatía en el analista, en el sentido de no involucrarse sentimentalmente con el partener, es porque ha podido decir que se encuentra poseído por un deseo más fuerte.
En la página 215, dice que el analista está autorizado a decir esto, en tanto se ha producido en él una mutación en la economía de su deseo. Aquí Lacan sale del registro del análisis de la contratransferencia postfreudiana a partir de los sentimientos de amor-odio y ubica todo esto en el registro del objeto. Cuando nos habita en la práctica analítica ese deseo que es más fuerte que cualquier otro, es cuando el deseo del analista puede ser operativo en un análisis, más allá de otras pasiones que puedan presentarse. En la misma página, toma una referencia de Platón: “el deseo más fuerte, es el deseo de muerte”. Con esto indica que ese deseo de muerte adquiere su valor ilustrativo de la dirección que asume la reestructuración del deseo en el analista.
El deseo de muerte no es lo mismo que la acción del analista de hacerse el muerto. El analista al representar el lugar del muerto, desaparece como sujeto y escucha al analizante en posición de sujeto tachado. Éste en tanto tal, encontrará que en la imagen del Otro [i(A)] está la imagen de su propio a minúscula, que escribe como i (A) al cuadrado. Será el analista quien estará en posición del objeto.
Finalmente, Lacan se opone, luego de todo su desarrollo, al concepto de Contratransferencia. Dice que para comprender la contratransferencia hay que hacerlo en el registro del lugar del objeto a, que es el objeto parcial, el ágalma, en la relación de deseo, en tanto ella misma está determinada en su relación más amplia, la de la exigencia de amor. Solo dentro de esta topología podemos comprender una forma de proceder semejante, porque, aunque el sujeto no lo sepa, donde el a funciona es ya en el Otro y de eso es de donde deriva que a la contratransferencia no hay razones para llamarla así.
No es lo mismo pensar una cuestión de fenómeno contratransferencial, de comunicación inconsciente a inconsciente, a pensar esta topología que implica que apenas se pone en función el objeto a, eso ya está en el Otro, por lo tanto, se produce todo lo que puede ubicarse entre erastes y erómenos, la metáfora del amor, y este objeto que pasará de uno al otro, pero siempre como imagen en el Otro [i(A)].
De lo que se trata en la formación del analista, es de su relación con su partener, que no es otro que el objeto a y de lo que ha podido ser tratado por el analista en su propio análisis. Porque si apenas entra en función el a, éste ya está en el Otro, tenemos que pensar que eso funciona del mismo modo para el analista y esto podría llevar al analista a analizar a partir de su fantasma.
En el curso “Del síntoma al fantasma y retorno, Miller plantea que en el Seminario 8, Lacan hace operatorio en el análisis, al goce, al pasar del goce masivo del das ding, al ágalma como objeto parcial.
En cuanto el objeto parcial, a, entra en función como ágalma, como objeto del deseo, ese objeto ya está en el Otro, analista, como objeto agalmático y es este el resorte del origen del amor de transferencia,
por el cual se dará el paso lógico a la transferencia enlazada al Sujeto Supuesto al Saber (SSS). A este horizonte se arribará en el seminario. Cómo se articula este resorte del surgimiento del amor con la transferencia simbólica como SSS.
En la página 223, Lacan plantea el deseo del analista y su responsabilidad. Ubica el inicio de la transferencia, allí en donde surge esa llamarada del inicio del amor de transferencia, en donde se produce esa metáfora del lado del analizante, que permite pasar a ser el amante porque el objeto en tanto se pone en función, aparece en el Otro y es ahí donde se plantea el deseo del analista y hasta cierto punto su responsabilidad. En relación a poder pensar qué hace el analista con ese objeto agalmático.
Paula Baldini – CID San Luis