Para David Lynch, guionista y director de «La carretera perdida» (Estados Unidos 1997), el punto de partida es un interrogante respecto al caso del jugador estrella de football americano J.O. Simpson, quien en 1994 asesina a su ex esposa y al amigo de ésta.
Lynch impactado por el horror de ese hecho y en consoncia con lo que Lacan plantea en el seminario de Las psicosis, se encuentra sin respuestas desde una comprensión desde el sentido común. Punto de partida para la creación de este guión extraño, ambiguo.
Una trama tejida por dos caminos paralelos. Dos carreteras que hacen una interminable, que se reitera sobre sí misma y vuelve siempre al mismo lugar.
Fred-Peter (Bill Pullman) , Reneé-Alice (Patricia Arquette), el personaje y su doble, una construcción moebiana en donde estos se confunden uno con la otro de modo que los dos constituyen uno.
El relato audiovisual en sí mismo es un encuentro traumático con un vacío de significación, que conduce a la perplejidad. Allí viene a inscribirse un vacío inicial cuya respuesta es la alucinación, como una suplencia que se ubica en relación a éste. Tres escenas ubican algo de ello:
Dick Laurent ha muerto (alucinación auditiva)
”Ya está, (palmaditas)”(alucinación audiovisual y cenestésica)
”Nunca me tendrás”(alucinación audiovisual)
Segundo tiempo el de la interpretación delirante y reformulación del sentido. Fred tiene una certeza es engañado por su esposa con Dick. A partir de ello responde a la imposición de un significante solo y desencadenado de sentido “otro la satisface”. En este punto se desencadena una construcción delirante de tipo erotomaníaca celotipia, la cual lleva la marca de una intrusión que ordena una lógica propia, la del protagonista de la historia y culmina con un pasaje al acto el asesinato de su esposa.
Un tercer momento, comienza en la cárcel, la nueva historia, su neorealidad, la que Fred creó. Delirio cuyo intento es reordenar el campo de la realidad a partir de la construcción de una nueva. Peter puede satisfacer a una mujer. Y aquí se pesquisa como el delirio opera no sólo con ese singular y extraño sentido, sino también con lo pulsional, dando “coherencia” a sus alucinaciones.
Destinos subjetivos como caminos, algunos presentan una carretera principal «el nombre del padre», este polariza, aferra en un haz las significaciones y permite el punto de capitón en la red significante. Otros, alternativos, al costado de la carretera principal, y cuya única referencia son carteles de señalización a interpretar que desembocan en una carretera perdida, sin principio, sin final, equívoca…
Un intento de articulación…
Cine y Psicoanálisis, un proyecto que nos desafía una y otra vez. Sabemos que por un lado la imagen tiene un valor significante cuando capta lo real, y por la vía del sentido le da presencia de mensaje. Y que por otro lado, siempre oculta lleva consigo un punto de real. Este real es el que se revela en cada película, y al que los comentadores buscamos bordear con especial cuidado.
“Un principio:
Existen tantas lecturas como espectadores asisten a dicho encuentro,buena manera de
no encarnar el discurso del amo”.
Patricia Rojo López
CID San Luis
IOM2
Bibliografía
Lacan, J. El seminario, libro3, “Las Psicosis”
Millas, D. El psicoanálisis pensado desde la psicosis