Seminario clínico 2020 “Consecuencias clínicas y políticas de la decadencia del padre”.
Clase de Presentación: “El padre y otras historias”. Docente: Ernesto Derezensky
El 24 de abril tuvimos la clase de presentación del seminario clínico 2020 a cargo de nuestro director Ernesto Derezensky, fue en el marco de un aislamiento social obligatorio por la pandemia del coronavirus, razón por la cual esta clase se realizó de forma virtual, a través de Zoom, una de las tantas plataformas que permitieron tal hazaña.
Ernesto comienza su exposición comentando que el título que había pensado para esta clase proviene de un libro de Antonio Dal Masetto titulado del mismo modo, es un libro de cuentos, donde el primero de ellos se titula “el padre”. Sin embargo, nos confiesa que la elección del título no se debe a la lectura del libro mencionado sino a la lectura del texto de Freud “Moisés y la religión monoteísta”, una lectura que había realizado hace muchos años y recurre hoy a propósito del programa propuesto para el seminario de este año.
Entrando más en la temática el docente refiere que lo que orientó la lectura del Moisés fue una pregunta que se formula Lacan en el seminario 17: ¿Cómo y por qué Freud tuvo necesidad del Moisés?
En esa dirección, en esta clase Ernesto se propone seguir el hilo del padre en Freud. Para comenzar nos recuerda que hay tres hitos en la elaboración de Freud sobre el padre: el Edipo, Tótem y tabú y Moisés y la religión monoteísta.
Continúa su desarrollo ubicando que un objetivo del Seminario 17 es cuestionar aquello que de la religión pasó al psicoanálisis e incluso continúa presente. En dicho seminario Lacan dice que Freud conserva la sustancia misma de la religión porque recurre a un mito curiosamente compuesto acerca del padre. Ante esto Ernesto precisa que es necesario preguntarnos entonces ¿cuáles son las modalidades del retorno de lo religioso hoy? y ¿cómo entendemos desde nuestra práctica el más allá del Edipo?
Teniendo en cuenta que la intención este año es hacer una lectura del Seminario 17 a la luz de los acontecimientos actuales, nuestro director nos invita a pensar, desde lo que el psicoanálisis nos ofrece, en el acontecimiento de mayor actualidad en nuestros días, la pandemia del coronavirus. Y agrega que será necesario que pase un tiempo para saber si el coronavirus será un acontecimiento traumático que marque un ante y un después.
Luego de este comentario respecto a lo actual va a tomar un texto de Miller de la bibliografía del seminario de este año que se titula “Breve introducción al más allá del Edipo” y lee una cita, que se puede ubicar en la página 17 del mismo, y comenta que lo que le llamó la atención es la referencia a la secta, ya que allí Miller hace mención al grupo psicoanalítico que se constituye alrededor de Freud, según el deseo de Freud, y que Lacan denuncia como una secta.
Ernesto se pregunta entonces ¿qué clase de extraña secta somos nosotros que nos juntamos para hablar del psicoanálisis? Y con esto afirma que somos una secta.
Continúa profundizando el desarrollo diciendo que los seguidores de Freud, según la voluntad de Freud, construyeron una ortodoxia, un modo en que se practicaba el psicoanálisis. Freud intentaba preservar la esencia y la doctrina del psicoanálisis como práctica, le preocupaba lo que se desviara respecto del método que él había inventado. Lacan lo que interpreta de esa secta es que lo que unía a estos personajes era justamente el amor al padre, el amor, la lealtad, la fascinación alrededor de Freud, en palabras de Ernesto. Una secta en la que sus integrantes estaban comprometidos con lo que llamaban la causa del psicoanálisis.
Siguiendo el recorrido, refiere que esta palabra lo llevó a un seminario de Miller que se llama “Los usos del lapso”, allí, en el capítulo 2 titulado “la gente del secreto”, Miller nos propone leer un cuento de Borges que está publicado en Ficciones, que se llama “La secta del fénix”, del cual Ernesto va a extraer un hilo. Nos dice que allí la secta tiene una afinidad con el secreto, con un secreto y con un saber que no está a disposición de todos. Borges en ese cuento distingue entre lo que él llama la gente de la costumbre y la gente del secreto. Ernesto agrega en referencia a esto, que Miller propone que los analistas podríamos ubicarnos formando parte de esta secta de la gente del secreto. La gente de la costumbre es la humanidad como tal. El docente advierte de lo novedoso, si se puede decir así, de pensar a toda la humanidad como una secta. Esto implica que nos encontramos con gente que pertenece a esta secta en cualquier lado. Borges se pregunta qué es lo que une a esa secta y termina concluyendo que lo que se transmite en esa secta es un rito y que el mismo se puede transmitir en cualquier lugar, es el secreto de esa secta del fénix. Borges consigue transformar en un enigma a ese rito, que viene a ser el coito, el acto sexual, la relación sexual, nos va a decir Ernesto. Y abordar el sexo de la manera que propone Borges, nos habla del sexo a través del saber, donde el fénix no es otra cosa que el falo. Ahora bien, el docente formula la pregunta acerca de qué es lo que nos transmite el cuento de Borges. Y nos lleva a pensar en nuestra práctica, en un tiempo en el que lo referido a la sexualidad se aborda más libremente, al decir de Ernesto, es la época del permiso para gozar. Sin embargo, el goce sexual de cada uno conserva una parte de secreto. Ernesto nos lleva a hacer todo este recorrido por el cuento de Borges porque considera que hay una suerte de anatema respecto del grupo analítico como una secta y que tendríamos que preguntarnos cuál es el secreto que une a nuestra secta. Y agrega, nuestro secreto es el no hay relación sexual, es un real propio de la experiencia del psicoanálisis, surge a partir de nuestra práctica.
Luego nos vuelve a llevar al Seminario 17, donde precisa que Lacan nos da una definición de lo que llamamos discurso. Para Lacan el discurso es el lazo social que se establece a partir de una práctica. En la clase VI Lacan dice que el discurso del amo solo tiene un contrapunto, que es el discurso analítico.
Y continúa diciendo que para Miller el discurso analítico es el psicoanálisis más allá del Edipo, o sea, es el psicoanálisis menos el deseo de Freud, precisando que esto lo encontramos en “Radiofonía” de Lacan. Estas ideas nos llevan a afirmar, nos dice, que el inconsciente no es el psicoanálisis, y que es por esto que Lacan hace de estos dos términos dos discursos distintos, uno el discurso del amo, que es el discurso del inconsciente, y otro el discurso analítico. Afirmando así, a esta altura del desarrollo de su clase, que de esto se trata el proyecto de Lacan de retomar al revés el proyecto de Freud, de no olvidar que una cosa es el inconsciente y otra cosa es el psicoanálisis.
Ernesto argumenta de manera muy clara, haciendo un breve recorrido por las diversas referencias al padre en la obra de Freud, que toda la clínica freudiana se ordena a través del padre. Éste es el operador clínico por excelencia de Freud nos dice. En relación a esto, aborda la idea que tanto el Edipo como Tótem y tabú son tratados por Lacan en el Seminario17 como mitos, los aborda como sueños de Freud, o sea como algo a interpretar.
Continúa su presentación refiriendo que Freud habló de la identificación primaria, y dice que el padre es lo primero que se tiene para amar. Y nos invita a volver a la pregunta de Lacan mencionada al principio, donde se cuestiona por qué Freud se ve en la necesidad de la hipótesis del asesinato a Moisés. Es necesario plantearse, nos dice Ernesto, la presencia de un ser vivo en Moisés, ya que si no hay ser vivo no puede haber asesinato. Aquí se despeja un significante amo de la religión, el de la vida. Y la vida, nos ubica muy claramente el docente, es un valor fundamental en el debate actual en relación al aborto y también a la cuestión de la pandemia, entre otros temas. Por eso, nos plantea que es necesario preguntarnos respecto a la modalidad en la que lo religioso retorna en nuestros días. Una pregunta interesante que abrió a nuevos interrogantes al final de la exposición.
Siguiendo con su presentación nos aclara que habitualmente se lee al Moisés como un texto sobre la cultura, y nos invita a ubicarlo como la escenografía del trauma y la repetición, donde nos encontramos con una metáfora del padre originario que le permite a Freud unir el padre de Tótem y tabú con el dios único del monoteísmo.
Llegando al último tramo de la clase, Ernesto nos introduce en una interesantísima manera de pensar al padre al decir que el más allá del Edipo implica ubicar que la función del Nombre del Padre responde a un uso práctico. Esto quiere decir que el padre al igual que el objeto a son los semblante por excelencia. En relación a lo planteado, nos lleva directamente a la referencia de la implicancia de la interpretación en esto, ya que apunta a tocar algo del goce. En este punto afirma que nosotros, los analistas, decimos que no hay psicoanálisis si no hay sesión de psicoanálisis, y nos introduce a hacer una exquisita distinción entre sesión y cesión, haciendo referencia a la necesidad de la cesión de goce que implica una sesión psicoanalítica.
Para finalizar, puntualiza que la lectura actualizada del Seminario 17 nos conduce a examinar los semblantes del padre en la experiencia analítica. Para tal empresa nos propone leer un poema de Borges titulado “La lluvia”, un poema que nos habla de la naturaleza, de los semblantes, del objeto a y del padre. Luego de compartir la lectura del mismo concluye que se puede ver con mucha claridad que tanto el padre como el objeto voz son un semblante. Algo de esto fue retomado en los intercambios luego de finalizada la clase, donde amplía esta idea que nos trae el poema de Borges y aclara que La voz no es la voz audible, que las sesiones telefónicas, de nuestra actualidad, nos tienen que enseñar a prescindir de la voz hipnótica del semblante del padre.
El interesante recorrido que Ernesto realizó por las referencias de maravillosos textos, tanto psicoanalíticos como literarios, nos introdujo en una clase que nos abrió a nuevos interrogantes y nos invita a orientarnos en el horizonte de las lecturas venideras. Me permito una apreciación al decir que lo grandioso de Borges era que de un hecho aislado lo unía con otro dándole un hilo conductor y tejía una red de conexiones increíbles, algo de esto pudimos encontrar en esta presentación que realizó Ernesto, por lo que solo resta decir ¡Muchas gracias!.
Reseña Jessica Temperini CID San Luis