No-toda tu historia o la importancia del olvido.
Un comentario sobre el capítulo “Toda tu historia” de Black Mirror
¿Qué se puede decir de una manera global sobre este capítulo de Black Mirror? De la historia de los personajes sabemos poco, casi nada diría. Lo que si se muestra es una serie de escenas en las que, mediante el dialogo o el acto, la imagen, el recuerdo y la repetición se hacen presentes. Por eso, a la hora de elaborar un comentario pensé en un texto freudiano cuyo nombre se enlaza con estas escenas, me refiero al artículo Recordar, Repetir y Reelaborar (1912).
En efecto, el texto de Freud puede ser una guía útil a la hora de realizar una lectura de los acontecimientos que se narran. Para tal motivo, intentaré argumentar alrededor de un vector que vaya de lo más general de la historia a lo singular que le sucede al personaje principal; finalizando con una pequeña conclusión.Lo general…
En primer lugar ¿Qué nos cuenta el capítulo? Nos muestra un futuro en donde la producción científica logra dar con un “grano”,
r esos registros de manera privada, o bien pública proyectándolo en una pantalla a partir de un control remoto.
Por otro lado, y en tanto ficción, nos muestra una de las caras del amo actual que utiliza la ciencia para suplir todo aquello que al humano le resulta imposible en tanto ideal: como por ejemplo recordar. En este punto se deslizan algunos interrogantes ¿Se puede recordar todo? ¿Se puede repetir cada experiencia, cada acontecimiento vivido como si fuera la primera vez? Y alrededor de lo que suscitan estas preguntas, el amo se mueve e intenta que todo marche bien.
Por este motivo, sirvámonos del texto. Freud dice respecto del origen y el desarrollo de la técnica psicoanalítica:
“Al principio, en la fase de la catarsis breueriana, se enfocó directamente el momento de la formación de síntoma y hubo un empeño, mantenido de manera consecuente, por hacer reproducir los procesos psíquicos de aquella situación a fin de guiarlos para que tuvieran su decurso a través de una actividad conciente. Recordar y abreaccionar eran en aquel tiempo las metas (…) Luego, después que se renunció a la hipnosis, pasó a primer plano la tarea de colegir desde las ocurrencias libres del analizado aquello que él denegaba recordar”.
Y Freud concluye con el formato al que se ha llegado en la técnica hasta ese momento: es decir, que el médico se conforma con estudiar la superficie psíquica y se vale del arte interpretativo para discernir las resistencias desconocidas por el enfermo, y una vez manejadas por él, el paciente narra sin dificultad los nexos olvidados.
En este punto Freud se enfrenta a un problema que se enlaza con el propio devenir del psicoanálisis. Es decir, inmediatamente después de hacer este breve repaso sobre el desarrollo de la técnica comienza a describir todas aquellas situaciones que se presentan en la clínica y que muestran como “todo historia” es imposible de ser recordada en su totalidad.
Así dice el maestro vienes que la amnesia infantil, los recuerdos encubridores y el actuar como forma de recordar, son el límite, el obstáculo a la elaboración psíquica que implicar el recordar.
Detengamonos un segundo en el actuar. Dice Freud: “el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido. No lo reproduce como recuerdo sino como acción; lo repite, sin saber desde luego, que lo hace”.
Por ende, ¿Qué lleva a los personajes de este capítulo a repetir una y otra vez sus recuerdos registrados en el “grano”? El empuje a repasar las “repeticiones”, como dicen, no es otra cosa que la presentificación de la función estructurante del olvido; ellos repiten porque hay algo que se escapa en esa imagen que se procesa como recuerdo: ya sea de una entrevista de trabajo, de una fiesta, de un hotel o el encuentro sexual con una pareja (o un amante).
¿No será a caso que el amo –capitalista y científico- en su incansable insistencia de velar su propia castración, les ofrece a los personajes un modo de volver a esa primera huella de satisfacción, imposible de volver a encontrar en el viaje de la vida? Por eso este amo es el reverso del Psicoanálisis, y Freud lo sabía muy bien.
Lo sabía muy bien porque Recordar, Repetir y Reelaborar comienza con estas palabras:
“No me parece ocioso recordar una y otra vez a los estudiantes las profundas alteraciones que la técnica psicoanalítica ha experimentado desde sus comienzos”.
Y ahí está de nuevo, “recordar una y otra vez”, dice Freud. Pero ¿a quiénes? A nosotros, los analistas, porque sabe que el psicoanálisis se trata de eso, de lo imposible de recordar.
Lo singular…
¿Cuáles son los efectos sobre los sujetos de esta nueva forma del amo? ¿Qué le pasa a Liam? ¿Qué pasa con su pareja? En este punto tenemos otras series de escenas que nos muestran por un lado el encuentro sexual de Liam y su esposa; y por otro, la obsesión del protagonista por encontrar en sus registros y en los de su pareja, eso que le confirme que ella le ha sido infiel.
Respecto a lo primero, vemos que el discurso del amo funciona, que lo que pide se cumple. Ya no es el encuentro sexual una forma de poner a jugar el goce vivo de los cuerpos, sino más bien una forma de recurrir a la imagen, a los intensos recuerdos, intentando así obtener la satisfacción por medio de lo que fueron esos primeros rounds de amor.
En este sentido ¿el amo logra su cometido? No del todo. Y Liam hace síntoma con eso. No puede dejar de buscar en cada disco duro, en cada recuerdo, de él, de su mujer y del amante de ella, eso que le confirme la infidelidad que sospecha.
Pero ¿de qué se defiende Liam? ¿Qué es lo que se le volvió tan insoportable? ¿Será acaso la ideación obsesiva de una posible infidelidad? ¿Será acaso la presencia del deseo del Otro? ¿O es el goce del cuerpo de la mujer lo que no tolera? En efecto, Liam recurre a los recuerdos no solo para comprobar la infidelidad, sino también para encontrarse con una mujer. Y eso es lo que el amo de esta ficción busca: recurrir a las imágenes, vale decir al aparatito. Y su síntoma abre un enigma en todo esto.
Llegando al final vemos a Liam solo, con su síntoma obsesivo que se desplaza. Ya no es la infidelidad de su mujer lo que lo empuja a recurrir al grano, sino su ausencia, y revive una y otra vez cada historia, cada gesto, cada mirada con ella.
Pero como dice Lacan, el recuerdo engaña, la angustia no. Y es ese trozo de angustia, eso que se ubica por fuera de la imagen y del recuerdo, lo que lleva a Liam a intervenir en lo real de su cuerpo para desprenderse de ese grano, en un intento desesperado de sustraerse de la mirada mortífera del amo que todo lo recuerda, y que deja huellas de afecto.
Una conclusión: no tan nostálgicos…
Da la impresión que está serie Black Mirror toca algo en lo real del cuerpo, toca algo del fuera de imagen si se quiere; es decir, deja algo de angustia. Nos muestra un futuro no muy lejano y bastante “black”, bastante oscuro, como lo es la escena del encuentro sexual de nuestros personajes principales. Pero quiero rescatar algo de la escena final, que a mi parecer tiene todo su valor.
Hay algo en Liam que se rompe, que se conmueve, que lo lleva a desprenderse de ese dispositivo que le era muy útil para su síntoma. Pero la pregunta es ¿Por qué se libera de el?
Como dice Freud –en el texto ya citado- respecto de las neurosis de sus pacientes una vez trascurrido un análisis: “Ya no tienen permitido considerarla algo despreciable; más bien será un digno oponente, un fragmento de su ser que se nutre de buenos motivos y del que deberá espigar algo valioso para su vida posterior”.
En fin, no seamos tan nostálgicos, sirvámonos de Freud una vez más. ¿No será acaso también la neurosis un recurso del sujeto para poner en evidencia que el amo está castrado, que el recuerdo es no-todo? Al fin y al cabo en la neurosis también se puede encontrar un deseo que haga lazo con el goce vivo de los cuerpos.
Nicolas Katzer
“Toda tu historia”
Este episodio nos invita a continuar pensando sobre las posibles consecuencias de ciertos avances tecnológicos, principalmente qué podría ocurrir sí un dispositivo conlleva su aplicación en el cuerpo en la era donde la imagen cobra un valor preeminente.
Tomare como punto de partida una frase que aparece casi al comienzo, donde luego de ver al protagonista salir de una entrevista laboral, toma un taxi, allí una publicidad virtual ofrece un producto peculiar: “memoria de espectro total”, y remarca: “actualiza tu chip por menos del precio de un café diario y tendrás 3 décadas de copia de seguridad de regalo, PORQUE LA MEMORIA ES PARA VIVIR”.
Esta simple publicidad nos adelanta la importancia que posee el uso de un dispositivo que las personas llevan implantadas y que guarda todos y cada uno de los recuerdos, que luego pueden ser proyectados, pudiendo avanzar, retroceder, ampliar, al modo de una película.
Con este dispositivo nada se pierde, todo se hace presente cuando a uno le place. Observamos que los protagonistas hacen lo que denominan “revisiones”, es decir, que lo que se proyecta es la repetición fiel del hecho vivido, que se elige de un reservorio de donde nada falta, pero ¿se trata esto de un recuerdo, si sabemos que solo el olvido es lo que habilita el recuerdo? Por otro lado, el borrar una vivencia del dispositivo, -como cuando
Lian pide al amante de su esposa que borre los momentos que él vivió con ella-, o el quitarse el dispositivo, -como lo vemos al final del episodio-, para no tener más las imágenes de su esposa, ¿hará que estos hechos se olviden y dejen de tener efectos, que no quede una marca de estos?
¿Sí solo cuenta la imagen fiel de lo vivido, que lugar queda para la palabra, para la significación singular que cada sujeto aporta y que lo constituye?
Lacan en el Seminario 1 dice: “La historia no es el pasado. La historia es el pasado historizado en el presente, historizado en el presente porque ha sido vivido en el pasado”…”que el sujeto reviva, rememore los acontecimientos formadores de su existencia, no es en sí tan importante, lo que cuenta es lo que reconstruye de ellos”.
Si bien, parece extremo lo que ocurre en este episodio, surge la pregunta sobre cuán profunda es la diferencia con respecto a las redes sociales de las que somos usuarios, donde lo primordial es que todo quede allí registrado. Los dispositivos actuales se interponen ante nuestros ojos, convirtiéndose de algún modo en una memoria que todo lo guarda, lo que visitamos, lo que comentamos, los momentos que vivenciamos, etc.
Entonces, retomando el slogan de la publicidad, “La memoria es para vivir”, ¿de qué sirve un cumulo infinito de sucesos archivados sin la construcción del sujeto de su propia historia, historia hecha de palabras dirigidas a un Otro? Todas las escenas están presentes siempre, pero el sujeto perdido en ellas, pareciera quedarse cada vez en la soledad más absoluta.
Constanza B. Gómez