Pandecracia o Burocracemia a la luz de la “Batalla de Véneto”
Gustavo Stiglitz
Leo atónito una entrevista que llega a mi What´s app. La envía Alejandra Glaze, a quien agradezco. En ella, el periódico español El confidencial convoca al Profesor Emérito de la Universidad de Florencia, Sergio Romagnani, 81 años, inmunólogo e internista.
Fue de los primeros en alertar a la opinión pública sobre los riesgos de la Covid 19, causada por el coronavirus y su gran velocidad de propagación.
Romagnani fue consultado por las autoridades de la región de Toscana, que inmediatamente adoptaron la práctica del test a los trabajadores de la salud, a diferencia de los vecinos de Lombardía.
Su discípulo Andrea Crisanti, fue “repatriado” a la Universidad de Pádova, Italia, nada más y nada menos que del Imperial College de Londres – renombrado ahora por el informe de Neil Ferguson y su equipo, publicado en el mes de marzo, que orienta toda una estrategia de los modos de distanciamiento social para frenar la propagación del virus – en donde se desempeñaba como investigador.
Dicho informe ha sido recientemente comentado entre nosotros por Eric Laurent y Elena Levi Yeyati.
El entrevistado – Romagnani – destaca la diferente evolución de la enfermedad en zonas muy cercanas, que adoptaron distintas políticas y estrategias frente a la misma.
En pequeña escala, el Profesor Emérito señala la enorme diferencia entre lo ocurrido en el pueblo de Vo (Véneto) y en el de Codogno (Lombardía), ambas zonas rojas desde el comienzo de la pandemia.
En el primero, asesorados por Crisanti, las autoridades decidieron realizar tests a todos los habitantes. El resultado de la pequeña muestra fue que gran cantidad de ciudadanos asintomáticos – que luego desarrollaron síntomas, como no – portaban el virus y eran fuente de contagio. A partir de estos resultados, la estrategia consistió en aislar a todos los positivos, sintomáticos o no, con lo que la propagación se frenó drásticamente.
Nada de esto ocurrió en el vecino Codogno, como tampoco hubo – ahora en gran escala – un equivalente a la llamada Batalla de Véneto, en la vecina Lombardía. Los datos son apabullantes y se pueden leer en la entrevista.
Hasta aquí se trata simplemente – como si fuera algo simple el número de vidas en juego – de distintas políticas frente a la enfermedad y sus resultados.
Pero lo llamativo, la frase de Romagnani que me golpeó fuertemente es la siguiente: “Véneto está controlando el coronavirus por no seguir a la OMS.”
¿Cómo puede ser? ¡Indóciles y exitosos!
Inmediatamente recordé la advertencia de Lacan en La psiquiatría inglesa y la guerra: “…esta guerra ha demostrado suficientemente que no es de una indocilidad demasiado grande de los individuos de donde vendrán los peligros del porvenir humano.”
El párrafo continúa con una referencia a los “oscuros poderes del superyo” que se ligan a “los más cobardes abandonos de conciencia”, que no me atrevo a proseguir aquí.
Pero lo que está claro es la indocilidad de las medidas tomadas en Vo (Véneto) en relación con las recomendaciones de la autoridad sanitaria (OMS).
¿Cómo se explica esto? ¿Los expertos de la OMS no sabían lo que dos médicos e investigadores italianos tuvieron claro desde el principio?
Romagnani responde a esta pregunta de una manera tan clara como aterradora:
“Yo creo que fundamentalmente han fallado porque son burócratas que han hecho carrera dentro de oficinas, pero no han vivido la experiencia de campo, no han estado ni en los laboratorios manejando virus ni implicados en situaciones epidémicas en otros países.Los políticos se han dejado aconsejar por burócratas en lugar de por expertos.”
¡Nooooo! Lapidario.
A la diferencia tan bien señalada por Miquel Bassols entre el real del virus que sigue sus leyes y el real sin ley de la epidemia en los seres hablantes, tendremos que agregar el real de la pandecracia o burocracemia.
Nombres ridículos, por cierto, pero es que lo que fue un invento para intentar tapar el agujero de la contingencia, se ha vuelto un verdadero real sin ley que – aparentemente – puede decir cualquier cosa y generar cualquier efecto contraproducente y mortífero. Un verdadero palo en la rueda.
Siempre supimos que la burocracia es un obstáculo, pero nunca pensamos que un obstáculo a la vida misma. Kafkiano, o lo siguiente, es decir más allá aún.
Si hacemos del pueblo de Vo, el sujeto Vo – autorizados como estamos en lo que esta pandemia nos está enseñando sobre las relaciones de lo colectivo y lo individual – ese sujeto indócil a la voluntad tiránica de las cifras manejadas en las oficinas, ha demostrado quedar más del lado de la vida que su vecino dócil de Codogno, verificando la idea de Lacan.
Está claro, no hay vida propiamente humana al menos como la entendemos hoy, si no es por la singularidad de cada miembro del colectivo, que agrupado según sus particularidades, conforman un universal. Encuentro en ello una pequeña gran lección.
Laurent, E. El Otro que no existe y sus comités científicos. Blog Zadig España
Levi Yeyati, E. Mitigación-Supresión. Ed. Grama. Crónicas XXI, Número 7
Lacan, J. La psiquiatría inglesa y la guerra. Otros escritos. Ed. Paidos. Buenos Aires. 2012. Pág. 131