Seminario Clínico – Mayo 2018

La clase estuvo a cargo de Jorge Rodriguez, quien se desempeña actualmente como secretario de la Secretaria del Cid San Luis. El docente comenzó su clase del 12 de mayo de 2018, retomando la base de operaciones de lectura que Miller realiza sobre los seminarios de Lacan, entre el Seminario II hasta el V y VI conformando su texto” La experiencia de lo Real” en la cura psicoanalítica.

Se detuvo en comentar minuciosamente el segundo paradigma del goce, denominado por Miller “la significantización del goce”, que es uno de los seis paradigmas del Goce que nos propone Miller, y que son puntuaciones, escansiones en la obra de Lacan, para pensar las relaciones posibles entre el sujeto y el goce.

Pensar este momento de la enseñanza de Lacan, es focalizar su aspecto más difundido como estructuralista y doctrinario también, a partir de sus textos escritos de “La significación del Falo” texto de la conferencia que pronunciara Lacan el 9 de mayo de 1958 en el instituto Max Plack de Munich y el ”Informe de Daniel Lagache” escrito definitivamente en pascuas de 1960 pero desarrollado entre 1959-1960 momento en que dictó su Seminario de la Etica del Psicoanálisis.

Es un momento donde la tensión producida por la pérdida de la autonomía de lo Imaginario se traslada a la dominación de lo Simbólico, debido a la supremacía de lo simbólico sobre lo imaginario y sobre lo real: S/ I-R y donde la significación del falo, prestará material a lo simbólico.
Recomienda releer las páginas de la Experiencia de lo Real, para apreciar en la enseñanza de Lacan esto está está motivado por la dificultad de pensar juntos al significante como la falta en ser, como cierto no ser; y al goce como sustancia.

El significante introduce la falta y constituye la materialidad misma del orden transfactual e introduce en lo real, el lugar y la falta.

En el segundo paradigma del goce, se demuestra que hay una reabsorción del goce en lo simbólico, y lo imaginario existe en su propia dimensión. Lacan en este tiempo, produce la invención de los matemas, que van a ser claves de su enseñanza, como vemos surgir el menos fi de la imagen fálica, del deseo, término que recubre lo que Lacan después trabaja como goce y el matema del fantasma y de la pulsión.

Se pregunta dónde ubicar el goce en este segundo paradigma.
Se responde a partir de Miller cuando dice: en dos términos que son el deseo y el fantasma. Por un lado el deseo que implica el significado de la demanda inconsciente, por el otro lado el fantasma que es reescrito en términos significantes.

Más adelante, Lacan dirá del goce que no es otra cosa que un deseo muerto; pero en el segundo paradigma el goce se conecta con el fantasma que es el punto de mira que regula el deseo, es el modo en que el fantasma implica la vida, por medio de la inserción del objeto a como una imagen incluida en la estructura significante, configurando una imagen del goce, captada por lo simbólico. Por lo que se constituye el goce del segundo paradigma: en el deseo y el fantasma.

Este término de goce, no aparece como tal, hay que rastrearlo en la Significación del Falo y lo encontraremos, dice el docente, como satisfacción, porque a esta altura no se diferencia mucho del placer, en todo caso como displacer, por su intensidad.

¿Dónde se lo encuentra antes de esta conceptualización? Nos remite al texto de Miller “Naturaleza de los Semblantes”, para entender que el goce aquí, es un goce imaginario comparable a la etología en la que otras especies aparecen capturadas por la imagen.

En el segundo paradigma del goce, la determinación de lo simbólico por parte del sujeto se efectúa por la estructura del lenguaje, productora de un deseo a partir de una gestalt que reúne piezas sueltas de los órganos que estaban en una temporalidad anterior en estado de fragmentación, en tanto el lenguaje captura al ser humano haciendo que tenga la vivencia de tener un cuerpo porque por supuesto no puede serlo.

Deja de ser un cuerpo, en la medida en que el lenguaje lo captura. Estableciendo la primera distinción entre cuerpo y sujeto, ya que lo inconsciente como lo demuestra el psicoanálisis se distinguirá por los efectos en el cuerpo, como una construcción de la realidad que lo lleva a tener una representación que unifica esa libido dispersa del autoerotismo, por un nuevo acto psíquico como es el narcisismo.

A diferencia de las otras especies, la captura simbólica de la imagen por el significante demuestra la insuficiencia de lo imaginario. La preeminencia de lo simbólico, en el ser humano es por el corte que realiza el significante con lo real y lo imaginario. El lenguaje está sostenido en elementos diferenciados donde un significante es uno y no otro, lo que produce la diferenciación, haciendo un surco en lo real.

Ese primer efecto, es el corte que produce el significante sobre el cuerpo real. El segundo efecto (dice D. Lagache) es de totalización, donde la imagen del sujeto está presente en el discurso del Otro, cuando los significantes se unen en cadena y el objeto de la pulsión se encuentra perdido, a condición de la eficacia de la operación de castración, donde el cuerpo se constituye, a partir de un goce perdido. Y por ser diferente del cuerpo del viviente, es que el sujeto queda separado del cuerpo, por efecto de la estructura significante mutilando su goce, afectando sus pulsiones destinadas a la vida, lo que lleva a plantear la pulsión de muerte, como un acto que confirma la eficacia de lo simbólico, del sujeto por sobre el organismo del viviente.

Cristina Wanzo

CID San Luis

 

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